El pasado martes, 29 de abril, celebramos en nuestro taller de lectura un encuentro especialmente enriquecedor en torno a una obra singular: El caballero inexistente (1959), de Italo Calvino (Cuba, 1923 – Siena, 1985). Esta novela, que forma parte de la trilogía Nuestros antepasados junto a El vizconde demediado (1952) y El barón rampante (1957), marcó el tránsito del autor desde el neorrealismo hacia una literatura más fantástica y simbólica.
En esta etapa, Calvino se embarca en una exploración de temas profundos desde la apariencia de la fábula, mediante una prosa clara, precisa y profundamente imaginativa. Según el propio autor, estas tres novelas representan “experiencias sobre cómo realizarse en cuanto seres humanos, tres grados de acercamiento a la libertad”, en un mundo que tiende a negar la individualidad, sustituyéndola por comportamientos estandarizados.
🛡️ El caballero que no existe
Ambientada en tiempos de Carlomagno, El caballero inexistente se presenta como una parodia inteligente del ideal de la caballería. Su protagonista, Agilulfo de los Guildivernos, es el caballero perfecto en lo externo —armadura brillante, disciplina impecable— pero hueco en su interior: literalmente, no existe.
“¿Cómo es que no mostráis la cara a vuestro rey?”, le pregunta Carlomagno.
“Porque yo no existo, sire”, responde Agilulfo.
Sostenido solo por su fuerza de voluntad y el estricto cumplimiento del código caballeresco, Agilulfo representa una crítica al idealismo vacío, a las formas sin fondo, a la apariencia sin esencia. Cuando se pone en duda su legitimidad como caballero, se desintegra: la armadura queda vacía… de todo.
👤 Detrás de los personajes
Durante el taller, destacamos la maestría de Calvino en la construcción de personajes y en el juego narrativo. Especial atención merecieron la monja Teodora —narradora de la historia— y la guerrera Bradamante, que en un giro magistral, se revelan como la misma persona.
Este recurso no solo alimenta la fantasía y la sorpresa, sino que refuerza el carácter simbólico del relato: las identidades no son estables ni únicas, y el relato está tan lleno de contradicciones como lo está la propia naturaleza humana.
🗝️ Más allá de la parodia
Con humor, ironía y una imaginación desbordante, Calvino consigue su propósito: mostrar que la armadura perfecta de Agilulfo no oculta un alma noble, sino un mundo de apariencias, idealista y desconectado de la realidad, que amenaza con devorar al individuo.
Una novela que invita a reflexionar sobre la identidad, el deber, la libertad y el sentido de la existencia en una sociedad que a menudo privilegia la forma sobre el fondo.