El lunes, 20 de mayo de 2024, comentamos en nuestro taller de lectura la novela Tristana (1892), de Benito Pérez Galdós (1843-1920), que junto a Ángel Guerra (1891), la serie de Torquemada (1893-1895), Nazarín (1895) y Misericordia (1897), forman parte de su ciclo de novelas espiritualistas.
La publicación de Tristana se vio envuelta en polémica por las opiniones que vertieron sobre ella Emilia Pardo Bazán o Leopoldo Alas Clarín; para ellos, fue una novela frustrada por desviarse de la línea lógica de los primeros capítulos; no se ajustaba a las aspiraciones feministas de Tristana, la protagonista. En su momento, la novela pasó bastante desapercibida para el gran público, más pendiente de la inminente publicación del drama de Galdós, Realidad (1892), que suscitó un buen número de comentarios. Posteriormente, importantes estudiosos de la obra de Galdós, han destacado los valores literarios de esta novela.
En el taller hemos abordado el estudio de Tristana desde una doble vertiente; por un lado, como alegato feminista incipiente. Tristana muestra el derecho a decidir su futuro: Yo quiero vivir, ver mundo y enterarme de por qué y para qué nos han traído a esta tierra en que estamos. Yo quiero vivir y ser libre (cap.V), pero la emancipación de la mujer, a finales del siglo XIX, parecía un sueño imposible de realizar. La novela deja claro que el camino elegido por Tristana está bordeado de dificultades que conducen al fracaso y a la claudicación, representada metafóricamente en la amputación que sufre la protagonista: Casi no se dio cuenta de que la casaron, encasillándola en un hueco honroso de la sociedad. Lo aceptaba, como un hecho impuesto por el mundo exterior (…) ¿Eran felices uno y otro?…Tal vez (cap. XXIX).
Por otro lado, hemos valorado la novela desde el punto de vista literario: su consistente estructura, el análisis profundo de los personajes, deteniéndonos en los sucesivos cambios (metamorfosis) que Tristana va mostrando en la novela, y en la perfecta configuración de los dos personajes que giran en torno a ella: don Lope y Horacio; la importancia del narrador omnisciente con sus reflexiones y comentarios, que alternan con los diálogos y cartas entre Horacio y Tristana. Además, hemos destacado la capacidad de Pérez Galdós para adaptar el lenguaje a cada personaje, (cap.V y VIII), sobre todo, el habla coloquial (La sirvienta Saturna).
Por último, señalamos la importancia de las frecuentes referencias literarias (literaturización) a lo largo de la novela: Don Quijote (cap. I), visión decadente del don Juan, mito de Tristán e Isolda, Macbeth, etc., como muestran los capítulos XV a XIX , quizás para que observemos la distancia existente entre la literatura, el ideal, y la realidad social.
El asunto interno de Tristana, asunto nuevo y muy hermoso, pero imperfectamente desarrollado, es el despertar del entendimiento, la conciencia de una mujer sublevada contra una sociedad que la condena a perpetua infamia y no le abre ningún camino honroso para ganarse la vida, salir del poder del decrépito galán y no ver en el concubinato su única protección, su apoyo único.
Emilia Pardo Bazán, Tristana, en Nuevo Teatro Crítico, II (1892)