Taller de Lectura: Reseña de ‘La Caverna’

El lunes, 24 de octubre, de 2022, dedicamos nuestra segunda sesión de lectura a la novela La Caverna (2000), de José Saramago (1922-2010), con motivo de la conmemoración del Centenario de su nacimiento. Una lectura que ha planteado un largo y enriquecedor debate entre los asistentes a la sesión.

La Caverna, junto a Ensayo sobre la ceguera (1995) y Todos los nombres (1997), forman un tríptico en que el autor deja reflejada su visión del mundo actual.

Recrea el mito de la caverna que aparece al comienzo del libro VII de La República, de Platón, a través de la historia de una famila de alfareros, cuya forma de trabajo y modo de producción están siendo devorados por el capitalismo industrial, representado por un Centro comercial-ciudad (la caverna de la época contemporánea); un inmenso caleidoscopio, donde al igual que en la alegoría de
Platón, los prisioneros creen que ven y describen las cosas reales cuando solo ven sus sombras, apariencias e incomunicación por todos los lados.

El fantasma del paro y de la pobreza acechan a la familia de Cipriano Algor y, a pesar de los esfuerzos por adaptares a la situación, no le servirán de nada.

Desde el punto de vista formal, como en otras novelas de José Saramago, domina un narrador omnisciente, dueño de la situación y que incluso se cuestiona lo que sucede o lo que va a suceder, aventurándose en conjeturas y maravillosas reflexiones. Ese gusto por nombrar de Saramago, nos lleva a impresionantes enumeraciones, como las de las páginas 82-83, introducidas por ya encontraron…encontraron…

Por último, nos hemos acostumbrado al peculiar modo de escribir los diálogos con comas seguidas de mayúsculas o la ausencia de signos de exclamación e interrogación. Como un gran alfarero, Saramago moldea la palabra y los personajes.

Qué ha visto, quiénes son esas personas, Esas personas somos nosotros, yo, tú, Marcial, el Centro todo, probablemente el mundo, Por favor, explíquese, Pon atención, escucha. La historia tardó media hora en ser contada.. Marta la oyó sin interrumpir una sola vez. Al final, dijo, Sí, creo que tiene razón, somo nosotros (P. 382).

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio
Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Configurar y más información
Privacidad