Taller de lectura: Tres Vidas de Santos

El lunes, 21 de noviembre, de 2022, dedicamos nuestra tercera sesión de lectura a la novela Tres vidas de santos (2009), de Eduardo Mendoza (1943).

Son tres relatos distintos, separados en el tiempo y cada uno, como dice el autor, gira en torno a una preocupación, a una cuestión. Aunque no tienen nada en común, nosotros hemos querido ver como rasgo distintivo de los tres protagonistas la incomunicación, la soledad. En estas narraciones hemos destacado la gran maestría del escritor al plantear acciones intensas, un tratamiento distorsionado y paródico de la realidad para, de esta manera, llevarnos a la verdad; sin olvidarnos de la perfecta estructuración de las historias, la acertada caracterización de los personajes y la variedad de ambientes sociales que presenta. Siempre a través de un estilo cuidado y una gran capacidad para mantener viva la atención del lector.

La ballena, considerada una novela breve por su extensión, nos recuerda al Eduardo Mendoza de La ciudad de los prodigios (1986), por la cercanía a sus crónicas barcelonesas, el tratamiento paródico y ese modo particular de simultanear la faceta irónica y la seria, con altas dosis de humor e ironía. Hemos valorado, especialmente, las tres perspectivas que nos ofrece el narrador en primera
persona (su propia historia, la de su familia y la del obispo Fulgencio Putucás, un personaje complejo, imprevisible e igualmente paródico). La narración toma como punto de arranque el Congreso Eucarístico de Barcelona en 1952.

En el segundo relato, El final de Dubslav, Mendoza añade a la parodia una seria reflexión sobre la civilización contemporánea y concibe una fábula en la que enfrenta dos tipos de cultura, la occidental globalizada y la del tercer mundo (en una zona de África), que permanece anclada en el tiempo: Ahora, ignorantes del pasado, desinteresados por el presente y sin esperar nada del futuro,
estas gentes habitaban el lugar con apatía (pág. 128).

El malentendido, es el relato que más interés ha suscitado entre los asistentes a la sesión. La maestría del escritor se pone de manifiesto no solo en el tratamiento paródico y esperpéntico de una trama insólita, protagonizada por una profesora que da clases en una cárcel y un recluso, que se nos presenta casi como analfabeto y llega a ser un gran escritor; sino en la capacidad de Eduardo Mendoza para conducirnos a la gran verdad, poner en tela de juicio el concepto de literatura y su valoración, así como una defensa de la forma en la obra literaria: la estructura del relato, el tamaño del párrafo, la longitud de la frase, la música interna de las palabras cuando se combinan entre sí, y el ritmo del conjunto (pág. 181)

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